15 enero 2010

sacrifícate

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Después de varias experiencias que me llevaron a cagarme encima pasados mis veintitres añitos aprendí a humillar mis nalgas en cada retortijón que me ataca. Antes que la vejez me joda la junta y pierda el control de algún esfinter; y antes que empiece a cagarme encima indiscriminadamente, obedezco. Me someto. Total que ya estoy viejo pa' estar con comemierderías a la hora de ir a un baño público.

Hoy, después de muchos años sin ir a un baño de escuela escuché el llamado y acudí. La diferencia es que esta vez no lo pensé tanto. Además estaba en una escuela católica y me pareció un buen lugar, seguro, limpio y tranquilo. Qué más podía necesitar? Papel puñeta!

Y allí estaba yo. Cagándome y no en la hostia y sin fuckin puñetero papel! No me quedó de otra más que tirarme la escapada veloz al toilet del lao en una misión de rescate de papel. Estudié en una escuela cristiana toda mi vida, así que hice un aguaje de acto de contricción como en antaño y le pedí a dios no tener que recurir al papel de estrasa de la máquina. Le dicen papel de secarse las manos por una razón; porque pa' limpiarse el culo no brega. Y en ese momento sin encomendarme a nadie me subí los calzones y cuando fui a abrir la puerta que nunca cerró, escrito con sharpie rojo decía: "Pato" y "Maricón". Entonces sentí que estaba en los baños de Humanidades en la UPI ...y me cagué otra vez.

1 comentario:

Abner dijo...

No entiendo a la gente que no caga si no es en el baño de su casa. Es como si cagar fuera un rito o algo asi.