17 septiembre 2013

el nombre en el certificado



La primera vez que usé el internet o lo que recuerdo como la primera vez fue un jueves de algún mes en mi primer año de universidad en 1997. Había que llenar una solicitud y llevarla con el pago a una tienda de computadoras y equipo cerca del pueblo en Mayagüez y después esperar unos días en lo que conectaban cables y movía algunos dinosaurios para transmitir la señal de dial-up. Eran maybe las seis de la tarde cuando me conecté después de cuarenticinco segundos de ruido tecnológico. No dormí y no sé cómo lo hicieron mis dos roommate con  aquel monitor super VGA de 21" soltando luz.

Un mundo maravilloso lleno de mapas e información, fotos, videos y lugares donde conocer gente, en los que se pone uno el nombre que le da la gana para decir lo que no se atreve a decir y mandar al carajo la responsabilidad, lo malo es que el aplauso cuando lo dan hay que recibirlo detrás de la computadora. Lo más cercano a la actuación que viven muchos detrás de las cortinas de un monitor, la máscara original de Anonymus.

Al otro día llegó la hora de bajar a San Juan pero antes una parada a dejar mi novia en Ponce. Por la autopista en Santa Isabel el sueño me ayudó a estrellarme contra un carro casi matándonos a todos los envueltos en el asunto, una familia que venía de Texas a visitar a un tío que estaba a punto de irse con Los Panchos y en la parte de atrás del carro los ancianos padres del chófer... Nada grave pasó; un susto cabrón y todos bien después de un intercambio de palabras con la muerte que en mi mente pareció de minutos pero en la realidad de la gente y el accidente fueron maybe menos de esos segundos ruidosos pa' conectarme al internet. Me queda otra menos, pero me quedan y la moraleja de la historia es que pasar mucho tiempo en el internet y usar nombres falsos en el mundo digital puede causar la muerte en la vida real.

Desde entonces trato de limitar el tiempo que paso conectado al Matrix y aunque no lo logro en la medida que quiero, tengo de costumbre usar mi nombre en lo que escribo. Que de algo me sirvan los doce años y más de escuela donde se firma siempre con nombre y apellido, documentos, identificarse en registros, decir que estás de acuerdo o en contra, pero con mi nombre y apellido, no con el de alguien más, menos con uno inventado.

Nadie te conoce pero todos te llaman y repiten el nombre que te ponen, te enseñan, te aprendes y con suerte aprendes a escribir con sus acentos si los lleva. Es el tag original, el "Fulano was here" en el pupítre, la pared del baño y en un árbol con las llaves, "Que se joda la corteza de este árbol, el que venga aquí tiene que enterarse que yo pasé por aquí primero".

Yo pa' qué pasar trabajo inventándome una identidad de la que tendré que recordad detalles que olvidaré fácilmente porque nunca pasaron, no los recuerdo, son una mentira. Es más práctico usar el nombre que está en el certificado de nacimiento. Mi madre invirtió meses buscándome un nombre que según ella mi padre decidió cambiar a última hora en el registro por sus cojones, pues que de algo valga la historia entonces.

Mi nombre es Carlos...Carlos Ambert.

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